En el tiempo actual de marcado carácter VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad), es cada vez mas imperioso que los profesionales de la venta posean, además de las habilidades de venta, soft skills o habilidades blandas.
Las soft skills o habilidades blandas pueden definirse como habilidades que no están relacionadas con el conocimiento lógico o técnico sino con la gestión de las emociones. Entre las mismas, como más importantes podemos citar la capacidad de comunicación efectiva, la empatía y la asertividad.
Pero en este post nos vamos a centrar el aquellas que son críticas en un entorno cambiante: la capacidad de gestión de la frustración y la disciplina o capacidad de trabajo.
En cuanto a la primera, todos los profesionales relacionados con la venta conocen de primera mano el desánimo que ocasiona la pérdida de una operación en la que se ha puesto una gran cantidad de trabajo y esfuerzo. Esto es una realidad constante pues, como sabemos, el hecho de que nuestra propuesta se adapte a las necesidades del cliente no siempre va traer como consecuencia ser la opción escogida. Por ello, tenemos que asumir la convivencia con el fracaso, superar el miedo al mismo y considerar que una operación perdida es una oportunidad que se nos ofrece para la mejora y la innovación. Todo esto será así siempre y cuando tengamos capacidad de automotivación y de análisis crítico de las causas que nos llevaron a no ser la primera opción. Además, es necesaria una dosis importante de resiliencia que nos permitirá continuar esforzándonos para superar las adversidades y seguir adelante.
Con disciplina o capacidad de trabajo, no nos estamos refiriendo a obediencia sin objeción, sino la capacidad de centrarse bien en unos objetivos previamente marcados en colaboración con nuestra organización bien en nuestro cliente objetivo. Para ello, se necesita de otra capacidad importante, la escucha del entorno al que queremos dirigirnos para hallar al posible cliente de nuestro servicio o producto. Una vez conseguido esto, debemos poner toda nuestra energía en conseguir nuestros objetivos, siempre con confianza, escucha, empatía, asertividad y, sobre todo, con mucha positividad que es el motor que nos hará continuar cuando fracasemos y tener en cuenta que el fracaso es parte importante del éxito y del desarrollo profesional y personal.