¿Es el estrés una emoción negativa? No necesariamente aunque nos pueda parecer extraño dado que todos conocemos personas en nuestro entorno que han sufrido situaciones estresantes y hemos sido testigos de las alteraciones que han sufrido su vida y su salud. Para aclarar esta afirmación es preciso dar una definición de estrés y sus distintos tipos.
Podemos definir el estrés como una reacción fisiológica del organismo en la que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada. Pero, ¿es el estrés una emoción negativa? La clave se haya en en la siguiente disintinción entre:
– Eustrés o estrés positivo: es un proceso natural y habitual de adaptación circunstancial que consiste en una activación durante un mayor período de tiempo con el objetivo de resolver una situación compleja que requiere de equilibrio entre esfuerzo, conocimiento o inteligencia especializada y entusiasmo o pasión.
– Distrés o estrés negativo : es aquel que supera el potencial de homeostasis o equilibrio del organismo causándole fatiga, mayores niveles de ansiedad irritabilidad e ira.
Una vez aclarado el concepto y clases de estrés, nos centraremos en las causas y medidas de actuación ante el distrés o estrés negativo.
Las causa más habitual es la percepción que tiene la persona de carecer de los recursos suficientes para afrontar un determinado reto o dificultad en el ámbito profesional o en el personal (cambios en las tareas que tenemos que desarrollar en nuestro trabajo, inestabilidad laboral, ruptura sentimental, etc) Estas causas nos llevan a sufrir una serie de cambios fisiológicos y de conducta que nos indicarán que debemos tomar medidas para controlar y reducir el estrés, orientadas a evitar que se desemboque en una situación problemática. Estos indicadores pueden ser:
● Mala memoria.
● Ansiedad o depresión.
● Molestias gastrointestinales.
● Problemas cardiovasculares y/o musculoesqueléticos cuando el estrés se prolonga mucho tiempo.
● Cambios en el peso.
● Cansancio constante.
● Dolor de cabeza.
● Insomnio o exceso de sueño.
Pero, ¿qué podemos hacer cuando nos encontramos ante estos indicadores de estrés negativo? Dependiendo de la situación en la que nos encontremos, las medidas parar controlar y reducir el estrés van desde adoptar conductas que nos ayuden a rebajarlo a acudir a un especialista en los casos más graves. Entre entre dichas medidas podemos destacar las siguientes:
1. Gestión adecuada del tiempo buscando el equilibrio entre nuestra vida profesional y personal: para ello será una buena estrategia planificar nuestros objetivos, proporcionarnos los recursos necesarios y calendarizarlos de forma razonable.
2. Cuidar una buena red social que nos sirva de apoyo y estímulo para conseguir nuestros objetivos y superar los momentos de dificultad.
3. Asumir que no podemos controlar todas las situaciones que nos afectan y centrarnos en aquellos factores sobre los que podemos actuar.
4. Adoptar un estilo de vida saludable basado en una alimientación sana, el suficiente descanso y la realización de actividad física, reduciendo al máximo el consumo de sustancias excitantes.
5. Tener una actitud positiva ante la vida basada en identificar los problemas, buscar las posibles soluciones y ejecutarlas asumiendo las consecuencias.
Por último, recordar que la mejor gestión del estrés es la que se basa en tener claro cuáles son nuestros objetivos personales y profesionales y tener la capacidad de asumir que no se van a cumplir en un 100% evitando, en todo caso, tanto percibir el fracaso como algo negativo contemplándolo como una oportunidad de mejora como dejar que el miedo nos impida afrontar los retos que se nos plantean en la vida.